17.10.13

La universidad sin traza o la paradoja de la autonomia. Twitter como estrategia barroca #BZL2


Colaboración para Bazar de Locos 2
Línea temática: Redes sociales (Twitter) y Universidad

Palabras clave: barroco, universidad, twitter, autonomía, salvaje, mimesis, tianguis, aula abierta, uacm

¿Cómo se llama esto?, pregunté.
Océano.
Una larga y lenta Universidad.
(Roberto Bolaño, La Universidad desconocida)

... porque el modo de poblar de los naturales no estaban al modo que los españoles suelen tener sus villas y ciudades, y era necesario derribar y hacer traza nueva, porque los dichos naturales tienen poco respeto a calles y tienen pueblos muy desconcertados...
(Martín Vázquez, veterano de la Conquista, testigo interrogado en 1534, en la encuesta previa al juicio de residencia de Hernán Cortés)


Muchas cosas se conjugan hoy que por fin tengo tiempo de escribir a placer para el Bazar de Locos, y todas tienen que ver con la universidad, y como nodo me atan y localizan en estos caracteres. En mí plan de texto quería hacer un cuento sobre Twitter y la Universidad, pero el ruido de asuntos urgentes, los de siempre en la institución, reclaman también su sitio. Trataré pues de pintar en el desconcierto, o sea, en el estado de cosas a la que se dirigen siempre las ordenanzas de la reforma educativa y la urbe (orbis).

Pienso en Twitter como una estrategia barroca. La visualización en columnas para la línea de tiempo, listas de grupos de tuiteros y búsquedas de hashtags o contenidos que se tiene en aplicaciones como HootSuit o TweeDeck asemejan esas fachadas, retablos o altares de las iglesias del Nuevo Mundo de los siglos XVII-XVIII. En la plataforma de microblog uno está viendo e interactuando con una parte siempre inabarcable de entradas multimedia de miles de tuiteros que convergen ahí, dentro de una estructura clásica y sencilla: el blog y el post. En las iglesias barrocas una miríada de formas, caprichos, líneas, curvas, símbolos, cuerpos, rostros, de dimensiones variables invaden la estructura clásica; como múltiples especies de plantas trepadoras y volubles creciendo sobre una sencilla reja.

La interpretación neoclásica del barroco que se extiende hasta nuestros días coincide en mucho con la opinión que estos años hemos escuchado de los medios, las universidades y los políticos sobre Twitter y redes sociales. Basta un botón. Manuel Toussaint, historiador del arte novohispano, pensaba en 1965 que la pintura barroca de los siglos XVII-XVIII representaba una decadencia con respecto a la producción anterior:

decadencia [que] estriba en que los indios pintores se han multiplicado y hacen un trabajo enorme que tiene acogida entre el público; en ellos [los indios anónimos] la decadencia es aún mayor [que en los pintores de nombre que siguen el barroco] y obliga a los europeos a imitar sus procedimientos para contrarrestar la competencia. La pintura pierde en calidad, se vuelve ordinaria. Para protegerse contra esta invasión de artistas indios y españoles que siguen el método de los indios, los pintores solicitan de hagan ordenanzas.

¡Los indios pintan y los europeos los imitan! Cualquiera sin linaje, nombre, ni título puede pintar/tuitear. La pintura/la información se vuelve ordinaria, y, lo peor, eso se contagia y se multiplica. Hay que ordenar, trazar. Puede ser cómodo pensar usando la etiqueta neoclásica del barroco como exageración o decadencia, pero qué tal que la cosa es más seria. Recordemos lo que dijo T.W. Adorno: “... no está dicho todo con decir que lo barroco es decorativo. Lo barroco es decorazione assoluta; es como si ésta se hubiese emancipado de su finalidad y hubiese desarrollado su propia ley formal. Ya no decora algo, sino que es decoración y nada más...”

Regresaré a esto, antes necesito decir algo sobre mi contexto. Trabajo en una universidad autónoma, gratuita, pública y muy joven (11 años) en la Ciudad de México, la ciudad monstruo, ese lugar que a ojos conquistadores requería traza nueva. La Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) fue fundada por un gobierno de izquierda -izquierda que después de probar el gobierno abandonó sus principios-, expresión de la crisis de la educación superior que desataron las reformas impulsadas por el Banco Mundial, y de las luchas populares y estudiantiles contra estas. 

La UACM nació en un tiempo equivocado por que los principios en los que basa su Ley de Autonomía resultan ofensivos y desconcertantes. El primero indica que la universidad debe aspirar a la democratización y autogobernarse; el segundo, que el ingreso no tiene filtros, ningún examen de admisión; el tercero, que promoverá una educación alternativa dirigida a la población excluida y marginada de la ciudad. Hemos experimentado. Hemos roto muchos sellos que estaban prohibidos en nuestro propio cuerpo amortajado por la otra universidad, aquella de altos muros y sabios que admiramos en su balcón colonial, aquella que nos endulzó los oídos. Y empezamos a crecer un poco salvajes.

Hace pocos días llegó por mail el dictamen a un texto que dos colegas de la UACM y yo enviamos a un journal. La respuesta del juez es reveladora:

El trabajo está muy bien escrito y es muy agradable de leer. Sin embargo, no se corresponde con un artículo publicable en una revista científica. Está redactado en términos casi de confesión íntima de un grupo de miembros de la universidad que exponen de forma literaria su tránsito hacia el exterior del aula

Es bello eso de “tránsito hacia el exterior del aula”. Pareciera que el juez, como dice María José Rodríguez, está espiando tras la mirilla a este grupo que, allá afuera, se divierte en/con lo íntimo de forma literaria. Su dictamen recuerda también la fascinación del conquistador por aquellas formas del Otro que en sus crónicas sólo pudo expresar como exotismo. Otra compañera, María Luisa Castro, comenta el dictamen: “tendríamos que resetearnos y dejar de ser quiénes somos para deleitar a los ojos de los científicos que dicen cómo hay que expresar lo que no se puede expresar de otra manera”.

Pero no quiero engañar a los lectores. La UACM no es un paraíso tropical, atraviesa hondas contradicciones. Es sostenida por fondos públicos, lo que quiere decir que es sofocada por una asamblea de diputados local. Estos políticos, en coro con los medios, exigen se cumplan los indicadores de “calidad” que operan en otras universidades: no se puede mantener con dinero públicos a un bazar de locos. Pero la exigencia no es sólo externa, al interior, una buena parte de la comunidad académica sueña transformar el desconcierto en una universidad ordenada, bien trazada. La circunstancia de la UACM puede representarse con la siguiente pintura:



El virrey de Revillagigedo, protector de las ciencias y las artes -detalle. (Manuel Quirós y Camposagrado, Triste despedida de la muy noble, leal y amartelada Ciudad de México, finales del siglo XVIII)


Un indio pinta a un virrey. El salvaje pinta al civilizado. La colonización ha terminado cuando los instrumentos de la imaginación y el arte del colonizador son utilizados por el dominado; se ha extinguido todo resto del imaginario de aquella civilización prehispánica y su radicalmente distinta matriz epistémica. Al mismo tiempo, subrepticiamente, la imagen perturba ese relato. (Imagino a Toussaint perturbado). El indio está descalzo, con una postura suelta y arrogante sujeta la paleta y pinta el rostro blanco del virrey. Se planta ahí -con toda su identidad cobriza- en el gesto, la actitud, la posición del artista -el Otro- simulándolo, suplantándolo. 

Como en aquella figura clásica de los manuales de epistemología del pato/conejo, no parece posible ver ambas figuras simultáneamente: vemos al “buen salvaje”, al indio redimido, dominado en lo más íntimo, reproduciendo el orden impuesto; o, vemos al indio remiso y rebelde que ha tomado los instrumentos del conquistador, y juega con ellos recreando el mundo. Podríamos renombrar esa imagen como La paradoja de la autonomía

He llamado rebelde al indio que pinta, y podría parecer inadecuado. Lo que hay que ver aquí es que la “imagen del salvaje que se apropia de las herramientas del conquistador” pertenece a una familia icónica y de discurso. Aquí otra pieza de esta familia. Se trata de lo que un miembro de la Compañía de Jesús, Miguel de Sola, reportaba a la autoridad sobre “los perjuicios, daños, muertes, robos y atrocidades causados por los indios bárbaros enemigos que invaden estas fronteras”, los indios de la Sierra Tarahumara (raramuris) en 1759:

… hijos de estas tierras, viéndose como se han visto en estos contornos en buenas cabalgaduras y proveídos además de sus usuales armas, de otras ofensivas como son escopetas, trabucos, cueras y adargas, de suerte que aún no se habían divisado a alguna distancia, conceptuados de ser españoles, no se ha recelado daño alguno…

Indios cabalgando. “Ahí donde el indio ha roto la prohibición española de cabalgar, ha roto también las cadenas, escribió Luis E. Valcárcel en Tempestad en los Andes. Indios que usan la pólvora. Indios que se mimetizan y son "conceptuados de ser españoles” porque se han apropiado de los instrumentos de dominación. Hay un aire de familia en esas dos imágenes, la del indio que usa escopetas y aquella donde maneja pinceles. Como menciona Bolivar Echeverría, “jugando a ser europeos, no copiando las cosas o los usos europeos, sino mimetizándose, simulándo ser ellos mismos europeos… transfiguran la miseria histórica de su mundo para sobrevivir en él”.

Y vaya que uno se siente indio-con-su-mundo-cayendo-a-pedazos. No sólo la institución universidad pública, sino todas las instituciones, y en general la vida social está siendo constantemente violentada, anulada, reprimida, reducida a un margen inhumano (o tal vez demasiado humano). 

Es ilógico que esté aquí, en la cárcel, dice la hermana de Iribar Ibinarriaga, preso político del #2deOctubreNoseOlvida de 2013. Iribar es estudiante de una universidad pública, y es inocente. Artesano, carpintero, dibujante y diseñador. Se le acusa de violentar la paz pública, con agravante de pandillerismo, daños en propiedad ajena e injurias a la ley. Rehén de la justicia y víctima expiatoria para justificar la existencia de unos crímenes por los que mostrar en los medios una fuerza irracional, ciega y telecomediada; un performance (noción de Turner que siempre nos recuerda @Tannit): el metadrama con el que hoy se aterroriza la megalópolis de México.

Esta imagen del estudiante -el ciudadano- criminalizado se multiplica en México, Brasil, Chile, España, Grecia… Y qué decir de los que manejan la pólvora informática: tuiteros y hackers.

Los indígenas americanos colonizados de los siglos XVI, XVII y XVIII enfrentaron, en el marco histórico del avance de la modernidad, una situación de la condición humana que Bolívar Echeverría caracterizó como la caída a la civilización cero: por un lado, la destrucción del mundo prehispánico, así como la muerte de alrededor del 90% de su población por las epidemias que cundieron en el intercambio biológico no intencionado, y, por el otro, una colonización fuera de control opuesta al establecimiento de un orden civilizatorio.

Ante este abismo hacia la barbarie, sigue Echeverría, los pueblos indígenas se vieron frente a la encrucijada de abandonarse y desaparecer, o integrarse. A contrapelo de la moneda corriente en la interpretación histórica, aquella de que la integración al sometimiento significó una traición o rendición frente a la modernidad, Echeverría abre la posibilidad de pensar una estrategia distinta de resistencia: la estrategia barroca, desde la cual no se aceptan los valores modernos (individualidad, etcétera) pero tampoco se les enfrenta (o la opción de enfrentarlas no es viable, o se sospecha de que esa lucha se abrazan los mismos valores modernos puestos al revés); en cambio, en la estrategia barroca, las formas de la dominación son absorbidas y llevadas a una “messinscena assoluta”:

la teatralidad absoluta invita a invertir el estado de cosas y a plantear, al mismo tiempo, la legalidad del mundo real como una legalidad cuestionable; descubre que ese mundo es también, en el fondo, esencialmente teatral o escenificado, algo que en última instancia es también, él mismo, contingente, arbitrario.

Espero no ser malentendido en este juego transhistórico: los indios rebeldes no se localizan en una nación ni tampoco en un origen étnico. Los indios rebeldes que se apropian de los instrumentos epistémicos y tecnológicos de los conquistadores están en cada rincón del planeta. El experimento de las ciudades hispanoamericanas trazadas bajo una cuadrícula expresa a un poder centralista y absoluto que no se ejerció sólo de Castilla hacia el Nuevo Mundo, en ese mismo tiempo (¿incesantemente?) la modernidad traga a su propia plebe. En la península ibérica, por ejemplo, se hace la gran traza sobre toda alteridad: moros y judíos, pero también las identidades multiétnicas y las formas tradicionales de decisión comunitaria (recordemos la brutal represión de la revuelta comunera en Castilla hacia 1522).

La estrategia barroca es el gran crisol de las formas mestizas, hibridaciones, fundidos, criollizaciones, ajiacos, moles, carapulcras, carnavales, fiestas, mezcales, aguardientes, sones, guajiras, vallenatos, bossa novas… Un lugar clave de este encuentro masivo es el tianguis, espacio de mercado prehispánico que se reconfigura con la influencia mozárabe, que hoy se mantiene vivo en gran parte de México, y tan parecido en formas y funciones al zoco y al bazar. Fray Diego Durán, en el siglo XVI, decía del tianguis:

Y no me negarán que esto no sea vicio, porque superstición ya no es de creer, porque, en fin, son cristianos y conocen a Dios, pero por vicio, como digo, van allí muchos y muchas que no hacen otra cosa sino pasearse y andarse mirando, la boca abierta, de un cabo para otro, con el mayor contento del mundo.

(Me recuerda al juez del dictamen). Un bazar llamó Brotton al Renacimiento, para mirarlo como universo híbrido. Así es el Twitter que he conocido y que lentamente, como una decoración barroca, ha venido a expandir mí universidad desde adentro, transfigurándola. Un tianguis de mutualidad y contento (un hashtag que jugamos con @milasolamarquez un tiempo rezaba #vivosenlatravesura). Un lugar también que se sostiene en la mayor fragilidad, manteniéndose en lo efímero, lo voluble, lo móvil y lo ubicuo. Asistimos hoy también a la caída hacia la civilización cero. No hay día en Twitter en que no nos encontremos hablando de ello: recortes, masacres, exfoliación del medio ambiente, hambre, corrupción, lavado de dinero…

La UACM atraviesa actualmente un proceso de modificación de su estructura académica y administrativa. Por medio de un Congreso General Universitario la comunidad fue convocada a generar y discutir propuestas, que después el Consejo Universitario (un órgano de gobierno sui generis, conformado paritariamente por académicos y estudiantes) tomará en cuenta para legislar. Con algunos colegas hemos elaborado unas observaciones a la propuesta, de la cual quiero compartir un párrafo:

La asunción de que sólo los profesores investigadores de tiempo completo pueden responsabilizarse de los Programas de Desarrollo Académico (excluyendo a los estudiantes de este derecho) supone creer que la universidad es un espacio de autoridad epistémica que se adquiere con los títulos, concepción que no se sostiene con la evidencia de la heterogeneidad de procesos de construcción de conocimiento en la era digital, y con los principios de una educación inclusiva.

Tal vez la UACM desaparezca pronto, tal vez finalmente seamos barridos. Tal vez los estudiantes puedan crear proyectos a la par que los docentes por un breve lapso. Estaremos ahí para documentarlo. Invitamos a todos los jueces a salir del closet y a transitar con nosotros fuera de la (j)aula. Y que la universidad desconocida se expanda.



2 comentarios:

Emilia dijo...

Yo espero que se expanda, pero como menciona Cuarón "Gravity" la entrada a la atmósfera terrestre puede quemarnos, hay que tomar el riesgo y si nos quemamos fue una hermoso viaje.

LUR dijo...

ah que buena imagen querida Emilia, no he visto Gravity, pero si, de acuerdo, como promete@s kamikazes

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